A continuación te dejamos el texto:
Querido Papa,
No sé como te has de llamar, ni ya me interesa saberlo, total ya no vale la pena, estás imaginando que te escribí esta carta para decirte lo mal padre e irresponsable que haz sido, que deberías lamentarte todos los días de tu vida por abandonarme. LAMENTABLEMENTE, te equivocas, solo quería decirte que te perdono.
Por haber decidido no estar conmigo cuando más te necesitaba, porque sin proponertelo me hiciste una persona más fuerte e independiente, recuerdo los días del padre en la escuela, todos mis amigos llevaban a su padre, y yo llevaba a mi abuelo, y yo estaba muy orgullosa de él, así que la vida me dio otro padre.
Mi abuelo nunca me habló mal de ti, ni tampoco omitía intentar hablar de ti, ya que simplemente fue una decisión tuya, me enseño que debo ser agradecida con lo que tengo, a no rendirme, no sufrir por las cosas que me pasan, si no pude evitarlo, hay un poder más grande que nosotros que lo permitió y a no creer que por que no tuve un padre, soy menos que los que me rodean y si lo tuvieron.
Mi abuela era especial, siempre me mimaba, me enseño a respetar a todos y a confiar en quien me demuestra confianza, no faltarle el respeto a nadie, y nunca fue débil para castigarme cuando era necesario.
Te perdono, y a la vez te doy las gracias, porque mi madre estuvo en tu lugar, salió adelante con sus dos hijos, trabajó muy fuerte y nos echó adelante. Nos dio todo lo que pudo y lo que en verdad era necesario. Lamento decirlo de esta forma pero no haberte tenido en mi vida, me motivó a buscar el éxito y salir adelante.
Te perdono, porque cuando nos abandonaste, me hiciste invencible.
Espero hayas encontrado la felicidad donde quiera que hayas ido, así como yo. Te perdono por ser el hombre que me creó, aunque no me quiso.
Atentamente,
tu hija.
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